El 7 de octubre, en el Día del Trabajo Decente, participamos activamente para dar voz a los más vulnerables. Ese día expusimos y dimos testimonio de la situación que viven muchas personas trabajadoras, especialmente migrantes y solicitantes de asilo, quienes enfrentan condiciones laborales inaceptables. Nuestro compromiso fue visibilizar los abusos que sufren a diario y defender la necesidad de condiciones dignas para todos.
Durante nuestra intervención, también destacamos las condiciones peligrosas que persisten en el sector de la construcción, donde la falta de medidas de seguridad pone en riesgo la vida de los trabajadores. Es común escuchar historias de lesiones graves, como la pérdida de un dedo, que no solo dejan secuelas físicas y psicológicas, sino que además resultan en el despido inmediato de la persona afectada. Esta falta de protección social demuestra lo lejos que estamos del trabajo decente y la urgencia de tomar medidas para prevenir la explotación y los accidentes laborales.
El testimonio que presentamos incluyó, además, la dura realidad que enfrentan muchas trabajadoras del hogar, en su mayoría migrantes, que trabajan como internas. Estas mujeres dedican todos los días del mes a jornadas agotadoras por un sueldo de apenas 800 euros. Dividen su tiempo en 8 horas limpiando, 8 horas cuidando a personas mayores y, con suerte, 8 horas para descansar, siempre y cuando se les permita. La situación de irregularidad en la que se encuentran las deja en una posición extremadamente vulnerable, sin la posibilidad de reclamar sus derechos ni denunciar abusos por miedo a represalias.
Un llamado a la acción para luchar contra la explotación laboral
Nuestra participación en el Día del Trabajo Decente fue un llamado a la acción para luchar contra la explotación laboral. Omitir ver estas situaciones es ser cómplices de una injusticia que perpetúa la desigualdad y la violación de los derechos humanos. Es urgente avanzar hacia la erradicación del trabajo indecente, para garantizar que todas las personas, independientemente de su origen o estatus migratorio, tengan acceso a un empleo digno y seguro.
La dignidad de las personas trabajadoras no puede ser negociable
Para lograr el trabajo decente, es esencial fortalecer la inspección laboral, fomentar la denuncia de abusos y exigir a los empleadores el cumplimiento de sus obligaciones legales y éticas. La dignidad de las personas trabajadoras no puede ser negociable. La lucha por condiciones laborales dignas no es solo un derecho, sino un deber colectivo para construir una sociedad más justa e inclusiva para todos.
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